Vistas a la página totales

viernes, 15 de julio de 2011

Oración a las Salamandras


Inmortal, eterno, inefable e increado padre de todas las cosas, que eres llevado sobre el eje de los mundos que se mueven siempre; dominación de las inmensidades etéreas donde está elevado el trono de tu poder, desde el cual tus ojos sin paras lo ven todo y tus oídos bellos y santos lo escuchan todo, oye a tus hijos a quienes has amado desde el nacimiento de los siglos; tu adorada, grande y eterna majestad resplandece por encima del mundo y del cielo y  de las estrellas; tú que estas elevado sobre éstas. ¡Oh, fuego centellante! Allí te iluminas tú mismo con tu propio esplendor, que sale de tu esencia, de los arroyos de luz que nutren su espíritu infinito. Este espíritu infinito nutre todas las cosas, y está siempre dispuesto para la generación que los trabaja y que se apropia las formas de que tú las has impregnado desde el principio. De este espíritu han sacado su origen esos reyes muy santos que están a tu alrededor y que componen tu corte. ¡Oh, padre universal!, ¡Oh, padre de los bienaventurados mortales e inmortales! Tú has creado potencias maravillosas semejantes a tu eterno pensamiento y a tu esencia adorable; tú los has establecido superiores a los ángeles que anuncian al mundo tu voluntad. En fin, tú nos has creado en el tercer rango en el imperio elemental. Allí nuestro continuo ejercicio es adorar tus deseos; allá nosotros quemamos sin cesar, aspirando a poseerte. ¡Oh, Padre! ¡Oh, madre, la más tierna de las madres! ¡Oh, archimodelo admirable de la maternidad y del puro amor! ¡Oh, hijo! ¡La flor de los hijos! ¡Oh, forma de todas las formas, alma, espíritu, armonía y nombre de todas las cosas! Amén.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario