Espíritu de luz, espíritu de sabiduría cuyo aliento da y toma la forma de toda cosa; tú, ante quien la vida de todos los seres es una sombra que cambia y un vapor que pasa; tú, que subes entre las nubes y que marchas sobre los vientos; tú que respiras y que pueblas los espacios sin fin, moviéndote sin cesar en la estabilidad eterna, eres eternamente bendito. Nosotros te alabamos y bendecimos y aspiramos continuamente a tu inmutable e imperecedera claridad. Deja penetrar hasta nosotros el rayo de tu inteligencia y el calor de tu amor; entonces, lo que es móvil será fijo, la sombra será un cuerpo, el espíritu del aire será un alma, el sueño será un pensamiento. Y nosotros no seremos ya llevados por la tempestad y tendremos las bridas de los caballos alados del mañana, y dirigiremos las carreras de los vientos de la noche para volar ante ti. ¡Oh, espíritus de los espíritus! ¡Oh, alma eterna de las almas! ¡Oh, aliento imperecedero de la vida! ¡Oh, suspiro vencedor! ¡Oh, boca que aspira y que respira la existencia de todos los seres en el reflujo de vuestra eterna palabra, que es el océano divino del movimiento y de la voluntad: Amén.
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